Común & Silvestre

Escritos

 

Detrás de una fachada

 
Pa. Brasil. 2018.

Pa. Brasil. 2018.

En mi cabeza está grabada su imagen sentado en la terraza, acompañado de sus miles de CDs, disfrutando de su música y una taza de café, viendo hacia el jardín donde fielmente lo acompañan los perros, echados cual si fueran alfombras.
— Común & Silvestre
 

Pa.

11 de junio 1952.

A él le debo mi primer apodo: Señorita Escobar - nuestro parecido era tan evidente para sus amigos, que con menos de un año ya me habían etiquetado con ese nombre.  

Pa nació en Guadalajara, en una familia grande, como las de antes. Entre pocas palabras y relatos que nos ha ido soltando a pedazos, leo mucha admiración hacia sus papás. De alguna forma creo que se reconoce en esos drásticos cambios de rumbo que tanto él como mi abuelo dieron en alguno punto a sus vidas, apostando por lo incierto. [A punto de ordenarse como sacerdote, mi abuelo decidió estudiar medicina. Conoció a mi abuela y el resto es historia.]

Tercero de 7 hermanos, su infancia más que nada fue compartida. Repartir todo en partes iguales: la comida, el espacio, el tiempo, las oportunidades.

Por la disciplina y resultados de mi papá en la escuela, percibo la educación era tema prioritario para mis abuelos. Pero también lo eran la cultura y los temas sociales. Viendo en quiénes se han convertido mis tíos y tías hoy, entiendo tuvo que haber alguien detrás fomentando esa vena artística y siendo ejemplo de nuestra responsabilidad individual dentro de lo colectivo.

El nombre de su escuela fue presagio de su futuro, el Instituto Cervantes Costa Rica. ¿Cómo terminó en Costa Rica? Es historia para otro día, pues ese capítulo va compartido con mi mamá.

No tardó mucho en irse de casa de sus papás. Quería estudiar física y solo en el DF daban la carrera. Llegó al epicentro de un México convulso, hirviendo en protestas, finales de los sesentas. Una década más tarde repitió la historia aterrizando en Barcelona casi el mismo día del regreso de Tarradellas, tiempos muy interesantes para esa ciudad.

Siempre les había envidiado a mis papás y mis abuelos haber vivido momentos históricos de tanto aprendizaje, me parecía eso los había forjado tal cuál eran. Difícil predecir cual sería el hito que marcaría a mi generación.

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Detrás de una fachada

Su cortina de humor lo protege de exponer su lado más sensible, mecanismo que sin duda no es exclusivo de él. Muchos otros lo utilizan en diferentes formatos, principalmente hombres y de generaciones más vividas.

La coraza con la que el mundo en que creció le dijo que debía forjar, desaparece con los años. Sus hijxs somos sin duda lo que más ablandamos ese cascarón. Pero este mérito es compartido, mi mamá, a quién ve con tanta complicidad y admiración, es responsable de otra gran cuota. La familia es de las cosas que más valora, por eso entiendo que tener a gran parte de esta a la distancia pueda pesar tanto.

En mi cabeza está grabada su imagen sentado en la terraza, acompañado de sus miles de CDs, disfrutando de su música y una taza de café, viendo hacia el jardín donde fielmente lo acompañan los perros, echados cual si fueran alfombras. Que espacio más sagrado y reconfortante.

Su sonrisa ha sido la constante y compañera de infinitas muestras de cariño y apoyo que nos ha dado en tantos años. Genuina y desde el corazón, puedo verla dibujada inclusive a través del teléfono al contestar nuestras llamadas. Desde sus formas y lenguajes, mi papá ha estado ahí siempre

La vieja costumbre de estar toda una vida detrás de la cámara retratándonos, le hace más difícil ser protagonista en las imágenes de otros. Pero por terquedad o pura suerte, la fachada fue esta vez traslúcida, dejándome capturar en esencia a este señor y su sonrisa. 

[Texto #3 - Imágenes & Escritos. Remedios del Trópico - 10 de mayo]

 
 
Laura Escobar